viernes, 10 de agosto de 2012

Vacaciones en el norte (2) "Babiecu"

La mañana llegó antes de lo que yo hubiese querido, las voces de unas señoras ,que se pusieron justo debajo de mi ventana a hablar, me levantaron. Así que fui a la cocina a prepararme un café, justo cuando me doy cuenta de que había comprado todo lo básico menos una maldita cafetera. Por lo que me preparé para salir a la calle en busca de mi desayuno mientras blasfemaba para mis adentros tanto mi desliz en no haber comprado el electrodoméstico que más usaba como a las dos viejas que me habían despertado. Entré en la taberna del pueblo, la cual regentaban un amable matrimonio que ya conocía porque encima del bar tenían el único hostal de allí, donde me hospedé las dos ocasiones anteriores.
Me senté en una mesa azul mar, a consonancia con todo el ambiente marinero de la taberna, y estuve fijándome en un escanciador automático que tenían en la barra mientras esperaba.
-Tú estás pidiendo un café a gritos. Dijo a mi derecha una voz joven y notoria. -¿Tanto se me nota? Pregunté mientras giraba mi cabeza y ví que se trataba de la camarera, que no era la dueña bonachona de aquel lugar, sino una chica delgada con ojos verdes y pelo color castaño aclarado tanto con la luz del sol que parecía que tenía mechas rubias y parecía ser la típica chica con un carácter marcado y original en algunas cosas. -Esa cara de besugo adormilado lo dice y también que no hayas mirado la carta de desayunos tal y como haría cualquier turista bien descansado. Dijo con cierto aire de "sabelotodísmo". -Pues traéme un cortado lo antes posible por favor. Le dije y ella puso un gesto bastante cómico mientras apuntaba mi pedido en su libreta.
Tras cinco minutos que se me hicieron eternos vino la camarera con mi café y justo en el momento que me lo sirió tuvo la habilidad de sentarse en frente de mí mientras me empezaba a hablar. -Así que te compraste una casa aquí para ti sólo me han contado. Genial ya sabía dos cosas, que la propietaria hoy estaba en la cocina y que mi café había tardado tanto y ahora esta mediofrío porque le estaba contando mi vida. -Antes de nada, bienvenido al pueblo, mi nombre es Mara ¿Y el tuyo? - Encantado Mara, yo soy Leo. Contesté en ese tono cordial en el que me había preguntado. -Bueno Leo, tómate el café ya que te voy a enseñar Tazones de arriba abajo. Sonreí ,aunque poco tenía que enseñarme en ese minúsculo pueblo, me acabé el café ya frío de un trago y me levanté.
En media hora habíamos recorrido todo el pueblo de arriba abajo. En el puerto, Mara le contó al capitán de un velero que era nuevo en el pueblo y me dió un pez muy grande no sabía qué pez era, ni lo pregunté, no quería parecer un idiota urbanita, aunque en verdad lo fuese. Después estuvimos todo el día en la playa, contándome ella su vida. Una chica que tuvo la suerte de obtener una beca para estudiar en una de las más importantes escuelas de Francia desde los seis años, pero a los dieciseis se aburrió de la vida de uniformes y gente estirada, cogió una mochila y estuvo dando tumbos por toda Europa durante tres años y subsistía como una excelente camarera. Sus padres eran los dueños de la taberna y aunque no aprobasen su estilo nómada de vida siempre la acogían cuando casi siempre por algún traspiés se había quedado sin un sitio donde estar.Yo también le conté mi locura de comprarme una casa allí sin que nadie de mis conocidos se enterase de que me iba sólo.
Al anochecer hicimos una hoguera en la misma playa para comernos el pez que nos dió el pescador. La verdad es que estaba bastante bueno, nunca había comido nada igual, aunque no sabía aún muy bien lo que me estaba comiendo. Mientras la improvisada cena, Mara me lanzó una pregunta indirecta que hizo que casi me atragantase. -Lo que yo no sé es lo que puede encontrar un chico al que le gustan los de su mismo equipo en un pueblo como éste. Mi cara de sorpresa a la pregunta fue bastante notoria. -Tranquilo no tienes tanta pluma, bueno tienes, pero me me dí cuenta por cómo miraste al chico que se estaba bañando antes en la playa, al que por cierto ya te presentaré, y sí, está tremendamente bueno. Dijo con cierto aire de deseo frustrado, como si lo hubiese querido siempre para ella y no lo hubiera alcanzado. La verdad es que su intuición me daba miedo. Cambió de tema rápidamente. -¿Entonces cuál fue la razón de verdad por la que te has venido aquí? Mi reacción fue cerrar los ojos como si una fuente de lágrimas fuese a recorrer mis mejillas de un momento a otro. -¡No, no he preguntado nada! Qué tonta que soy, vienes a renovarte por dentro y yo vengo a sacarte malos recuerdos... Mostré una sonrisa y con ella un "Tranquila, estás perdonada". Estuvimos mirando en silencio todas las limunosas estrellas que colgaban de ese cielo oscuro que acababa donde chocaba con el mar. Al final intenté sacar de nuevo conversación, aunque era un silencio bastante relajante. -Oye Mara ¿Cómo se llama el pez que me acabo de comer? Se empezó a reír y me gritó -¡Babiecu!
Creía que lo que me gritó era el nombre del pez, pero en realidad "Babiecu" significaba atontado en bable. Nunca supe qué pescado comí, pero fuese por el momento, el lugar o la compañía, en la vida comí algo igual.

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