El 25 de mayo cambiaron muchas cosas y el miedo parece que cambió de bando. El nerviosismo en el bipartidismo está claro, sobre todo en las filas del PSOE, donde ven que su voto se va a otras formaciones y que no se queda en la abstención, a esperas de otra refundación "socialista" que no deja de ser un cambio de caras.
Cuando Pedro Sánchez, el nuevo secretario general del PSOE (No, no era Rubalcaba con peluca) no habla de Podemos, sino que habla de Populismos, intenta hacer lo que han hecho varios dirigentes de su partido históricamente con Izquierda Unida y siguen haciendo, ridiculizar sus ideas e intentar meter miedo para que la gente no les vote.
Aun con todas las horas de televisión que tiene garantizadas Pedro Sánchez por ser líder del PSOE, no puede juzgar a nadie de populismo.
Entiendo como populismo aquella actitud de prometer algo que luego no puedes cometer y llama la atención que sea su partido el que históricamente ha sido el que ha prometido todo lo que se le ha ocurrido a la gente para luego no cumplir varios apéndices de sus programas electorales.
¿Dónde están los 800€ de salario mínimo que prometió Zapatero? Seguramente en el mismo cajón donde guardó su promesa de estudiar seriamente el derecho a la eutanasia o la famosa reforma fiscal que haría que las principales empresas de este país no pagasen como máximo un 3% de sus beneficios en impuestos, tal y como acabó pasando. Es verdad que el precio de la vivienda bajó, pero cuando la gente ya no se lo podía permitir porque ya habían perdido sus empleos de no calidad, que estaban muchas veces sustentados en la burbuja inmobiliaria.
Populismo es lo que han hecho ellos mintiendo y prometiendo lo que no tenían la más mínima intención de realizar. Mentir lo han hecho los dos ya no tan grandes partidos de este país, dejando sus promesas en papel mojado y engañando a millones de personas que confiaban en ellos sus votos. Prometer tres millones y medio como hizo el portavoz del PP, González Pons, es una tomadura de pelo, tal y como es que todo el PP prometiera no tocar ni la sanidad ni la educación cuando han echado a cientos de miles de personas de las consultas y han permitido que miles de jóvenes no puedan permitirse ir a la universidad.
Quienes no pueden hablar de Populismos son ellos, porque son los verdaderos populistas de este país. Son aquéllos que no han tenido escrúpulos para engañar continuadamente a la sociedad.
Es difícil tildar de antidemócrata a alguien como Alberto Garzón por poner a más de uno en su lugar al pedir una consulta popular para elegir el modelo de estado que queremos los españoles y también es muy difícil tildar de populista a Izquierda Unida por apostar porque los gobernantes se sometan a revocatorios para que sea la ciudadanía la que les pueda echar si no cumplen su programa electoral.
Tampoco creo que ni Podemos como IU sean populistas al apostar por un estado en el que paguen más sean los que más tienen. Es algo lógico pensarlo para alguien de a pie que no sea parte de uno de los líderes del actual régimen que están pensando más en qué les deparará la puerta giratoria que en satisfacer las necesidades de la gente.
Populistas son aquellos que no nos han dado lo que prometieron y que siguen rigiéndose por el designio de los mercados, en lugar de por el designio de las gentes que conforman este país.
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