miércoles, 4 de septiembre de 2013

Vacaciones en el norte 17 "Carta y fin"

Eran las once de la mañana y ya la luz del sol atacaba con fuerza las cortinas que había en las ventanas de mi habitación. Micael estaba dormido aún, hecho un gurruño con la manta. Su esbelto cuerpo estaba indefenso y cansado tras una noche de pasión. Esa pasión que había compartido conmigo por primera y última vez.

Finalmente salió de su dulces sueños. Cuando abrió los ojo y vio que no estaba al otro lado de la cama, se lavantó. Miró en toda la casa, que al no ser muy grande no le costó mucho dar un rastreo por ella.

—¿Micael?—gritó, al ver que a no ser que en la casa hubiese una habitación secreta, yo ya no estaba.

Lo cierto es que ya no estaba, ni mi pequeña casa asturiana, ni en ese pueblo, ni tampoco en Asturias. Iba dirección contraria hacia donde estaba él. Al final vio una carta que ponía su nombre en letras grandes. En cuanto la vio, procedió a leerla.

Querido Micael,

Te dejo esta carta para pedirte perdón y para explicarme de lo que he hecho esta mañana. Después de que te durmieses, llamé a Mara. Le conté lo que había sucedido entre nosotros—tranquilo, ella es de plena confianza, nunca diría nada— y le dije que necesitaba ya volver a Madrid.

Ayer no estaba dormido cuando me dijiste que me querías. Por favor, no pienses que me ha hecho irme, pero en parte sí ha sido por ello, pero no porque quieras sin más, sino porque cuando me lo dijiste, me di cuenta que yo también te quería.

Es de cobardes huir de lo malo, pero más lo es huir de lo bueno. En este caso he sido lo más despreciable que se puede ser. Me he marchado por miedo a volver a sufrir por alguien, a despertarme cada día a tu lado, pero tener la sensación de que eso tuviese fecha de caducidad.

No sé si volveré a dejarme amar, pero hoy por hoy creo que eso sería veneno para mí. Ahora no necesito nada más que a mi amiga Madrid para volver a hacer vida normal y a enfrentarme de los problemas de los que huí cuando fui a Tazones. La verdad es que soy un fugitivo de todo sitio al que paso.

Te he dejado al lado de las cartas unas llaves. Por favor, trasládate aquí. No sé cuándo volveré y creo que tu situación en casa con tu madre es demasiado horrorosa. No me lo dijiste, pero sé que la odias y que el último motivo por el que sigues en este pueblo es porque quieres mantener a tu hermana y que no corra tu misma mala suerte. Creo que tu bondad es una de las cosas que tanto me atrajo de ti.

No pienses que has sido un capricho de verano. Nunca lo hagas. Alguna vez volveré y te prometo que nos volveremos a ver. Lo nuestro sólo es un punto y seguido de una historia que continuará, si tú quieres, cuando me vuelva a sentir seguro de confiar en alguien.

Por todo Micael, gracias por existir. Tú has sido la guinda de la copa. Aquella persona que necesitaba conocer y que estaba a quinientos kilómetros. A esa persona que nunca olvidaré y que volveré a ver. Estas son las Vacaciones en el norte que deseaba y jamás creí poderlas tener.

Te quiere:

Tu madrileño, Leo



FIN



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