martes, 11 de junio de 2013

Vacaciones en el norte 12 "Felicidad pasajera"

—¡Venga, vamos! ¡Tenemos que salir ya!

—Déjame que estoy muy agustito...

—¡Pues tú sabras, pero como no salgamos antes de las once, nos cobran otra noche!

—Vale, vale, ya me levanto—salí de un brinco de la cama. Me costó trabajo mantenerme en pie con el cansancio y todo lo que había bebido esa misma noche.

Nos vestimos rápido sin apenas parar. Mara era la única de los dos que hablaba y siempre era para meterme prisa. Después de todo, nos dio tiempo a vestirnos y salir de allí.
A las once menos cinco estábamos en recepción entregando las llaves.
—¿Qué tal la noche? ¿Ha sido de su gusto?—Nos dijo la recepcionista con la ceja derecha levantada. No podía ser, creía que eramos una pareja.

—Ah no, si no somos...

—¿Cómo que no?—me interrumpió Mara con un codazo en el costado—Cariño, ha sido perfecta, no mientas. Tienen una posada muy íntima—sonrió a la recepcionista.

—Vaya muchas gracias, me alegro de que nuestros servicios hayan sido de su gusto—le devolvió la sonrisa.

—Bueno cielo, vayámonos ya—dijo cogiéndome de la mano.

—Va... vale—tartamudeé.

En cuanto salimos por la puerta, nos empezamos a reir.

—¿Pero qué coño? ¿Qué se te ha pasado por la cabeza?

—No me culpes a mí, culpa a los hombres que no quieren pasar la vida conmigo y me obligan a montar estos espectáculos—se echó las manos a la cabeza de manera teatral.

—¡Puta loca!—me eché a reír

—Shhh, a callar. Vamos al coche.

Nos metimos en el coche. Tuvo que girar un buen rato la llave de contacto para que el coche arrancase. En cincos minutos ya etábamos en medio de la carretera, rodando y rodando por carreteras serpenteantes.

—Bueno, ahora cuéntame—giró durante un momento su cabeza hacia mí—, ¿Quién era el de ayer?

—¿Qué?—pregunté extrañado, pero acto seguido me dí cuenta a quién se refería—Vale, ya sé de qué hablas.

Se echó a reír, tuvo que parecerle graciosa la situación, supuse, pero a mí me resultó muy extraña.

—Y dime, ¿cómo se llamaba?

—Pues no lo sé...

—¿No lo sabes?—se volvió a girar—¿Pero qué tipo de pelandrusca se esconde detrás de ti, Leo?—soltó con malicia.

—Mira estaba fatal. No sé lo que hice, pero por algún motivo me fui corriendo hacia él cuando ya se iba y justo cuando ya iba a salir, nos besamos. Fue muy raro.

—Vaya... Pues sí que es raro—soltó con toda la naturalidad del mundo—. Personalmente, creo que el beso fue especial.

—¿Por qué?

—Porque desde que pasó eso, no has parado de sonreír ni un solo momento.

Tenía razón, me encontraba como nuevo por dentro. Como si mi espíritu hubiese renacido. ¿Desde cuándo podía hacer eso un beso? En mí era la primera vez que lo hacía.


—Ya estamos en casa—soltó Mara. Ya estábamos de vuelta en Tazones. Se acercó a mi casa. Para mi desgracia, allí había alguien que no me quería encontrar ni aquí ni en ningún sitio. Aquel que me dejó hundido en la miseria y se acabó yendo con otro: Roberto. Sólo con verle, mi sonrisa se cayó de mi cara y los problemas que quise abandonar volvieron a surgir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario