domingo, 14 de abril de 2013

Una mañana futura



—Hola…—Saludó a su acompañante de noche al ver que ya había abierto los ojos. Llevaba una hora despierto, pero se había quedado junto a él para ver su perfecto cuerpo y su precioso rostro dormido.

—Hola… —Contestó dulcemente mientras se estiraba en la cama.

—¿Qué tal has dormido?

—Bien… aunque mejor he despertado al verte—Dijo con una sonrisa burlona. Una de aquellas sonrisas que a él siempre le derretía y hacía que se arrodillase a sus pies.

—¡Madre mía! ¿Pero qué pretendes que te coma a besos?—Rodeó su cadera desnuda con sus delgados brazos. Empezó a hacerle cosquillas a las mismas caderas que hace un momento abrazaba.

—Jajajaja ¡Para! ¡Para!—Gritaba entre risas. Por fortuna era lo demasiado tarde como para que los vecinos ya no estuviesen dormidos, sino posiblemente alguno de ellos tendría que haber acabado por llamar la puerta del apartamento.

Estuvieron un buen rato mientras se hacían cosquillas mutuamente. Eran felices y se querían demostrar a cada momento, cada segundo, el amor tan inmenso que sentían.
Las cosquillas pararon y empezaron a besarse.

—¿Qué haría yo sin ti?

—No lo sé, pero yo sí sé qué haría sin ti.

—Vaya—Puso tono de curiosidad—, ¿Y qué harías tú sin mi?

—Nada, Alejandro, nada. Sin ti no podría hacer nada. Ni respirar, porque tú eres quien me da el aire que a cada momento te necesito…

Alejandro volvió a abrazarle, sonrojado de lo que le acababa de decir.

—¿Pues sabes qué?

—¿Qué?

—Que te quiero…—Le dijo en su oído en forma de susurro.

—Yo también te quiero mi vida…—Le dijo emocionado, enamorado, y lleno de felicidad.

Se abrazaron aún más fuerte y los besos continuaron como gotas de lluvia. Eran dos enamorados de un camino que siempre dibujarían los dos. El destino les había unido y nada les separaría nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario