Por la mañana parecía que todo había oscurecido. Fui a ver a Mara, que la dejé durmiendo en mi cama mientras que yo dormí en el sofá. Estaba despierta con la cara llorosa, se notaba que había dormido muy poco tras lo que había visto el día anterior. Seguimos sin salir durante todo el día, estaba muchísimo peor que ayer, parecía que la escena de Luz con el prometido de una de sus mejores amigas cada vez ahondaba más en ella sin dejarla apenas pensar.
Yo no sabía qué hacer. Estaba mal y lógicamente no la iba a dejar sola, pero sabía que tenía que intentar sacarla de allí. Aunque por otro lado era una locura, en un pueblo tan pequeño te encuentras a todo el mundo, era inevitable que viese a Luz, a Erio o a Elisa, o incluso peor y ver a Elisa y Erio juntos, mientras ella caminaría felizmente enamorada con su prometido sin saber que el hombre en el que tanto confia es tan sólo un canalla mujeriego.De tantas ideas que venían a mi cabeza al final opté por dejar que ella fuese quien me dijese lo que quisiese hacer. Como era de esperar no quiso salir en todo el día.
En esa casa había unas cartas que nos sirvió para hacer algo que no fuese hablar acerca del tema. Puse en el reproductor el vinilo de Light me up de The Pretty Reckless, el cual me lo compré intencionadamente en Madrid para escucharlo allí. No sé a cuántos juegos de cartas diferentes pudimos jugar esa tarde, llegó un momento en el que perdí la cuenta.
En un momento de esa mañana-tarde-casi noche escuché el típico tono estridente de la melodía de Nokia, no había duda de que era mi móvil, así que me levanté a cogerlo. -¡No mires mis cartas que estoy atento! Le dije a Mara y ella me volvío a dar una de esas sonrisas de preocupación disfrazada con alegría.
-¿Sí? Contesté al teléfono. -Hola Leo, soy Gabi ¿Qué tal las vacaciones?, no sabemos nada de ti. -Hola Gabi, pues aquí estoy en Asturias, bastante bien, el tiempo es raro, pero por lo demás todo está genial. -No te entiendo, te has ido de vacaciones con tus padres, no te conectas a WhatsApp y te lo estás pasando bien ¿Hay algún chico por ahí? ¡Pillín! -¡No! Bueno ya me gustaría, simplemente me estoy tomando las cosas tranquilamente. Casi se me olvida la mentira que les dije a mis amigos de que se trataban de unas vacaciones familiares y a mi familia de que eran unas vacaciones con amigos para ahorrarme dar explicaciones de por qué me iba solo. -Sí, tómate las cosas tranquilamente ahora que puedes. -¿Pasa algo? Pregunté con preocupación. -Sí, pero nada importante, bueno o sí, depende de cómo lo mires, pero no pasa nada, cuando vuelvas a Madrid te contaré todo, ahora disfruta de lo que te quedan de vacaciones. -Vale, ya me contarás, un abrazo,cuídate. Y colgué, preguntándome en todo lo que me tendría que contar, aunque realmente me hacía una idea y provocaba en mí que tuviese aún menos ganas de volver.
Volví otra vez a la mesa redonda azul que había a un lado del salón, donde estaba Mara esperándome para continuar la partida. -Bueno acabamos esta partida y me voy a casa, que quiero descansar en mi cama. Me dijo ella secamente, seguía igual de apagada, ya no sabía qué hacer para animarla. Así que acabamos la partida y la acompañé. Realmente el hostal, donde también vivía su familia además de ser dueños estaba a un minuto de mi casa, pero tenía la sensación que hasta esos pocos pasos en su estado de ánimo se convertían en un mundo para ella. Sabía que ella hiciese lo que hiciese al final, no le iba a resultar fácil porque si se callaba sabía que Elisa sería infeliz con alguien que realmente no le amaba, pero si le contaba a ella todo sabía que Elisa y Luz no volverían a ser amigas en la vida y nada volvería a ser lo mismo.
Tras acompañarla me encontré en la calle a una de esas personas que Mara no debería ver por miedo a la reacción que tendría, esa persona era Luz. -¡Leo! ¿Dónde te has metido hoy? no estabas en la playa y habíamos quedado todos hoy. -Ya, no estaba porque estaba con Mara, no se encontraba bien. -¿Y éso? ¿Qué la ha pasado? -Pues que ver a una amiga follando con el prometido de otra no le ha sentado muy bien. Cuando la dije eso se quedó paralizada con los ojos totalmente abiertos. -¿Cómo nos visteis? Pero si estábamos sólos. -Sí, pero empezó a llover y nos metimos al granero a resguardarnos, yo no os ví, pero ella sí y está muy afectada, no sabe qué hacer. -Vale Leo, piensa lo que quieras de mí, pero yo no lo hice en contra de Elisa, es mi amiga y la quiero, pero él no la quiere, Erio quiere estar conmigo. Al oír eso no pude evitar reírme. -Sí, por supuesto te quiere muchísimo, se ha prometido con su novia y no la ha dejado, si alguien ama a otra persona lo deja con quien está antes, no os quiere a ninguna de las dos tan sólo aprovecha la situación. -No es verdad, él me quiere mucho, me ama. Dijo con las venas del cuello marcadas y a punto de llorar. -Luz, tú sabes lo que tienes que hacer, sabes lo que es lo correcto, no te voy a juzgar, nadie te puede juzgar excepto tú a ti misma.
Me dí la vuelta y regresé a mi casa, no sería quien para decirle lo que le había dicho, pero mis impulsos me vencieron y las palabras salieron de mi boca como si nada.
No volví a hablar con Luz acerca del tema, creo que ya dije demasiado y no era el más adecuado para decírselo.
jueves, 13 de septiembre de 2012
martes, 11 de septiembre de 2012
Vacaciones en el norte (5) "Lluvia"
Hoy era uno de esos días en los que odiaba Asturias. Estaba jugando a las cartas con Mara cuando empezó a caer grandes gotas de agua del cielo. Apenas nos dió tiempo a recoger las cartas e irnos, pasó de ser una tarde soleada a otra totalmente lúgubre.Nos escondimos en un granero, que era el sitio más cercano para resguardarnos. Fuimos corriendo allí, pero de poco sirvió, ya estábamos empapados.
-¡Las cartas no se han mojado! Dije mientras las tiraba al suelo y me goteaba hasta la punta de la nariz. Mara empezó a reírse y yo la seguí, nuestra huída de la lluvia fue extremadamente cómica como para no hacerlo. Fue en ese momento en el que los dos nos callamos, estábamos oyendo unos ruidos dentro del granero, parecían provenir de detrás de un montón de paja que había a nuestra izquierda. Eran gritos y risas de un hombre y una mujer. No tardamos en mirarnos a la cara sorprendidos, no quedaba duda de que al lado había una pareja practicando sexo.
Le hice un gesto a Mara para que nos marchásemos cuanto antes de allí, en cualquier momento podrían salir y no tenía ganas de encontrarme con tal panorama, pero ella sí parecía interés por saber quién estaba al otro lado, así que se acercó sigilosamente a la zona de donde venían todos esos peculiares gemidos. Subió un par de montones de paja que estaban colocados a distintas alturas y asomó un poco la cabeza para ver a las dos personas que estaban allí. Por suerte, estaban a lo suyo y pudo mirar sin que se diesen cuenta de que no estaban sólos.
Tras mirar y bajar de los montones de paja, pude ver su cara, estaba totalmente blanca y parecía que lo que acababa de ver no había sido algo agradable. A continuación salimos del granero y fuimos a mi casa en silencio mientras la lluvia ,aún presente, nos volvía a mojar.
Ya en casa saqué unas toallas para secarnos e hice un poco de chocolate caliente. Mara se sentó en un pequeño sofá verde que había en el salón y allí se quedó pensativa, sin musitar una palabra hasta que aparecí llevando en una bandeja dos tazas de chocolate y unas pastas. -¿Qué pasa Mara? Ya me puedes decir quienes estaban follando, sean quienes sean. Ella me miró a los ojos y rompió a llorar, pero se intentó reponer y me empezó a contar. -Quienes estaban en el granero eran Erio y Luz. -Si Erio estaba prometido con Elisa... vale, mierda. Me quedé impresionado, Elisa y Erio era una pareja que desprendían mucho amor y hace poco que se habían prometido.
-¿Y ahora qué hago yo? Elisa es mi amiga y no quiero que se case con un canalla así, pero Luz también lo es y aunque haya hecho éso no deja de serlo. -Ahora tranquilizate ¿Sabes lo que vamos a hacer? Te vas a quedar a dormir y nos vamos a poner a ver comedias románticas malas con una gran artillería de palomitas. Ella me sonrió debilmente en forma de asentimiento. Estaba muy afectada, era la típica situación de la que te gustaría enterarte el último. Fui a preparar las palomitas, pero ví que no quedaba ni un mísero sobre de ellas, así que avisé a Mara de que salía y bajé al ultramarinos antes de que cerrasen.
Ya en la pequeña tienda me encontré a Micael, llevaba una cesta de compra con muchas cosas. -¡Leo! ¿Cómo va todo? Me saludó con la mano mientras se acercaba a mí. -Hola Micael, pues aquí comprando unas palomitas para ver una peli, que con la lluvia no se puede hacer otra cosa. -Ya, es lo que odio de este pueblo, su clima paranoico, bueno me tengo que ir ya, con la lluvia no me gusta conducir de noche, ya quedaremos cuando vuelva. -Vale, estupendo, que te lo pases bien y ten cuidado. -Gracias, lo tendré. Se fue a pagar y salió rápidamente de la tienda. Cada vez me parecía más atractivo, pero por desgracia igual de heterosexual y por lo tanto igual de inalcanzable.
Compré un paquete de palomitas de mantequilla y volví a casa. Vimos tres comedias francesas. No me gustaba el cine europeo, pero en lo que se refiere a películas de humor los franceses tienen un humor mucho más parecido al nuestro. Ésa noche pensé dónde iría Micael, no me lo había dicho. Era tan sumamente misterioso, que mi interés en qué haría esos días apartó de mi cabeza los cuernos que le habían puesto a la pobre Elisa.
-¡Las cartas no se han mojado! Dije mientras las tiraba al suelo y me goteaba hasta la punta de la nariz. Mara empezó a reírse y yo la seguí, nuestra huída de la lluvia fue extremadamente cómica como para no hacerlo. Fue en ese momento en el que los dos nos callamos, estábamos oyendo unos ruidos dentro del granero, parecían provenir de detrás de un montón de paja que había a nuestra izquierda. Eran gritos y risas de un hombre y una mujer. No tardamos en mirarnos a la cara sorprendidos, no quedaba duda de que al lado había una pareja practicando sexo.
Le hice un gesto a Mara para que nos marchásemos cuanto antes de allí, en cualquier momento podrían salir y no tenía ganas de encontrarme con tal panorama, pero ella sí parecía interés por saber quién estaba al otro lado, así que se acercó sigilosamente a la zona de donde venían todos esos peculiares gemidos. Subió un par de montones de paja que estaban colocados a distintas alturas y asomó un poco la cabeza para ver a las dos personas que estaban allí. Por suerte, estaban a lo suyo y pudo mirar sin que se diesen cuenta de que no estaban sólos.
Tras mirar y bajar de los montones de paja, pude ver su cara, estaba totalmente blanca y parecía que lo que acababa de ver no había sido algo agradable. A continuación salimos del granero y fuimos a mi casa en silencio mientras la lluvia ,aún presente, nos volvía a mojar.
Ya en casa saqué unas toallas para secarnos e hice un poco de chocolate caliente. Mara se sentó en un pequeño sofá verde que había en el salón y allí se quedó pensativa, sin musitar una palabra hasta que aparecí llevando en una bandeja dos tazas de chocolate y unas pastas. -¿Qué pasa Mara? Ya me puedes decir quienes estaban follando, sean quienes sean. Ella me miró a los ojos y rompió a llorar, pero se intentó reponer y me empezó a contar. -Quienes estaban en el granero eran Erio y Luz. -Si Erio estaba prometido con Elisa... vale, mierda. Me quedé impresionado, Elisa y Erio era una pareja que desprendían mucho amor y hace poco que se habían prometido.
-¿Y ahora qué hago yo? Elisa es mi amiga y no quiero que se case con un canalla así, pero Luz también lo es y aunque haya hecho éso no deja de serlo. -Ahora tranquilizate ¿Sabes lo que vamos a hacer? Te vas a quedar a dormir y nos vamos a poner a ver comedias románticas malas con una gran artillería de palomitas. Ella me sonrió debilmente en forma de asentimiento. Estaba muy afectada, era la típica situación de la que te gustaría enterarte el último. Fui a preparar las palomitas, pero ví que no quedaba ni un mísero sobre de ellas, así que avisé a Mara de que salía y bajé al ultramarinos antes de que cerrasen.
Ya en la pequeña tienda me encontré a Micael, llevaba una cesta de compra con muchas cosas. -¡Leo! ¿Cómo va todo? Me saludó con la mano mientras se acercaba a mí. -Hola Micael, pues aquí comprando unas palomitas para ver una peli, que con la lluvia no se puede hacer otra cosa. -Ya, es lo que odio de este pueblo, su clima paranoico, bueno me tengo que ir ya, con la lluvia no me gusta conducir de noche, ya quedaremos cuando vuelva. -Vale, estupendo, que te lo pases bien y ten cuidado. -Gracias, lo tendré. Se fue a pagar y salió rápidamente de la tienda. Cada vez me parecía más atractivo, pero por desgracia igual de heterosexual y por lo tanto igual de inalcanzable.
Compré un paquete de palomitas de mantequilla y volví a casa. Vimos tres comedias francesas. No me gustaba el cine europeo, pero en lo que se refiere a películas de humor los franceses tienen un humor mucho más parecido al nuestro. Ésa noche pensé dónde iría Micael, no me lo había dicho. Era tan sumamente misterioso, que mi interés en qué haría esos días apartó de mi cabeza los cuernos que le habían puesto a la pobre Elisa.
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