El laicismo parece que ha desaparecido del imaginario del cambio que algunos claudican, que bajo mi manera de ver tiene más de parche que de cambio. El PSOE, pese a que en terreno de oposición siempre lo saque para intentar captar algún voto, hace mucho abandonó la causa de un estado separado de la Iglesia Católica y que no actúe como su principal acreedor.
Podemos en su programa de las elecciones europeas apostaba por políticas "que asegurasen la laicidad y una verdadera separación Iglesia-Estado", pero parece que ello se quedó en papel mojado y no denunciaron que el Papa fuera a dar el sermón en el parlamento Europeo, tal y como sí hizo Izquierda Unida, sino que se quedaron a verle. Incluso Pablo Iglesias, aplaudió eufóricamente al pontífice y se puso a alabarle en las redes sociales. Palabras huecas que aplaudía alguien que se podría acordar de que este individuo sigue manteniendo a seres como Reig Plá en sus poltronas que solamente abren la boca solo sea para meterse contra homosexuales y mujeres, y callan cuando el modelo económico vigente ha llevado a mucha gente a no poder asegurar a sus hijos un techo y un plato.
No existe Iglesia de los Pobres, esa iglesia no tiene absolutamente que ver con la oficial. La iglesia que tan solo destina un 2% a Cáritas, su única institución útil, no tiene nada que ver con lo que pueda decir un Papa, pues tiene que demostrar las cosas, no tan solo tener un discurso adornado que no lleva a ningún cambio profundo.
Incluso si se viera un cambio profundo tanto en la conferencia episcopal como para que fuera respetable, las relaciones entre el Estado y el catolicismo o cualquier otra religión deberían ser meramente tributarias como la que puede tener cualquier empresa privada cuando debe rendir cuentas con el fisco.
Es verdad que Bergoglio se ha sabido vender ante la mayoría de una población europea cada vez menos devota. Su simple cambio en el discurso y aparente abandono del odio contra la homosexualidad o el aborto (Solo aparentes, ya que en palabras del propio Papa, el Vaticano sigue estando en contra de lo mismo, pero "no puede monopolizar el discurso") le ha valido ser bien visto por muchos.
No obstante, no hay que olvidar que este Papa tiene un oscuro pasado con la dictadura argentina de Videla, por el cual ha tenido que incluso testificar en tribunales. Es el arzobispo que arremetía contra la ley de matrimonio igualitario en Argentina y llamaba a la gente a salir a la calle para protestar en contra, que en resumen no mostraba un perfil muy distinto al que puede tener Rouco Varela.
Se podría decir que es un lobo con piel de cordero, que lo único que ha entendido bien es que el Vaticano debe cambiar el discurso para seguir siendo atrayente, pero sin cambiar las formas.
Ante ésto, hay partes de la sociedad que se están rindiendo y con ella la mayoría de los partidos políticos que se autoproclaman como laicistas.
En un país donde siempre se ha estado bajo el yugo de la religión no habría que olvidar todo lo que ha supuesto estas relaciones tan estrechas de los gobiernos con el país. Este año seguirá habiendo una cantidad de dinero difícilmente cuantificable para que se imparta religión católica en escuelas públicas ,y teóricamente laicas, y más de 13 millones de euros se van al mes directamente a manos de la Conferencia Episcopal.
Estamos en una crisis de valores, no de los supuestos valores que da un libro de hace 2000 años, sino de una crisis de valores verdadera, la cual se resume en mirar hacia otro lado cuando casi cuatro de cada diez niños se encuentran en situación de pobreza mientras se subvenciona la riqueza y ostentación de unos predicadores enclaustrados en sus catedrales.
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