No lo voy a negar, nunca me he fiado de aquel político que
no ha dicho de lo que es, sino que ha intentado posicionarse de una manera
abstracta en el tablero político. Era el año 2007 y surgió Rosa Díez, quien
dejó de ser del ala progre del PSOE, donde afirmaba incluso que se cambiaría la
constitución si algún día la sociedad vasca apostaba por decidir sobre la
independencia, a liderar un proyecto político que se metía con las autonomías
catalanas y vascas para captar voto fácil. UPyD proclamaba la democratización
de las instituciones mientras que en su propio partido se ha visto que la
libertad de opinión de su militancia acaba cuando a su lideresa no le empieza a
gustar lo que escucha. Además, se jactaba de liderar un partido que no era “Ni
de Izquierdas ni de derechas”. Su carácter reaccionario pronto floreció y lo
que muchos decíamos, comenzó a ser una evidencia, estaba allí para ocupar silla
sin ningún programa de gobierno.
En el año 2014 ha salido Pablo Iglesias, conocido hasta el
momento en las tertulias de la televisión y por ser el profesor de Ciencias
Políticas. Defendía lo que no se había
defendido jamás en televisión, se hablaban de temas criminalizados por los
medios de comunicación, véase Venezuela, y él luchaba contra esas imposiciones
de pensamiento que los poderes fácticos habían convenido implantar.
En enero del mismo año, surge Podemos, una nueva
organización política liderada por él mismo y el 25 de mayo obtienen 5
eurodiputados. A partir de la campaña y de lo que vino después, su mensaje
cambió e intentó dar otras connotaciones a su discurso que eludían algunas
cosas que antes no dudaba en defender.
Estoy seguro que los líderes de Podemos tampoco se creían el
transversalismo de Rosa Díez, pero ellos, sin embargo, han cedido a definirse
de una manera parecida, pese a ser bastante distintos. Según ellos, se sitúan
en un plano político “por encima de la derecha o la izquierda”. Curioso cuando
tienen en su programa político tienen elementos que han llevado a cabo tan solo
gobiernos de Izquierda, tales como Venezuela, Bolivia o Argentina en la
nacionalización de sectores estratégicos, o Ecuador en la renegociación de la
deuda. Además, son medidas que están presentes en los partidos que componen el
grupo parlamentario de Izquierda Unitaria Europea, donde curiosamente es la coalición en la que los eurodiputados de Podemos se encuentran.
Todo lleva a indicar que no es algo más que discursivo, que
no tiene que ver con lo que realmente son. No obstante, choca que no quieran
identificarse con la Izquierda pese a que en la práctica lo sean. ¿Por qué
convertir en un tabú ser de izquierdas o ligarse con ideologías de Izquierda? Si
vamos a definir qué significa Izquierda, nos tendríamos que ir al 1789, cuando en
París la Asamblea Nacional constituyente se estableció que los más
reaccionarios a cualquier cambio y firmes defensores del absolutismo
monárquico, se sentaban en los puestos a la derecha de la cámara y en la
izquierda se sentarían los más progresistas, que defendían a las clases populares y que,
tras la fuga de Luis XVI dos años después, se declararían republicanos.
Es decir, quien defiende el statu quo y el poder de las clases
dominantes son de derechas y quien defiende el progreso y la equidad social son
de izquierdas. Por lo tanto, no veo problema en decir que son de izquierdas,
estaría claro que es lo que son. Si le dijese a Pablo Iglesias que Podemos no
es progresista, seguramente le sentiría mal, como sería lógico. Pero si es
progresista y no es de izquierdas, ¿no es contraproducente?
Se sabe que todo lo que sale por sus bocas suele estar muy
estudiado y pautado. Muchos de sus grandes líderes son politólogos y todo pasa
por análisis y manejo de encuestas. Está claro que para ellos mientras que Casta es un elemento que no puede faltar
en ninguno de sus discursos, Izquierda es una palabra tabú. No entiendo por qué
deben evitar decir que son de Izquierdas. No es algo malo y la gente se suele
definir en un punto del marco ideológico.
Y si todo lo tienen tan estudiado, lo lógico es que evitar
meterse dentro del espectro ideológico corresponda a que así lo dan los
estudios, pero no parece que suceda así en el CIS. Según la encuesta del CIS de
Septiembre[1],
el 60% de los españoles se situaría a la izquierda (Entre casillas 1 y 5), el
19% de derechas y el 21% ni sabe ni contesta, por lo que se podría decir que el
80% de personas se adscribe dentro de estos extremos.
Por lo tanto, no entiendo qué sentido puede tener esta
abstracción discursiva. Al fin y al cabo, todo le posiciona en la Izquierda, son
ellos mismos los únicos que no se posicionan. Algo tan aparentemente nimio es
muy importante, porque se puede ganar, pero ello no implica que tus ideas ganen.
Es decir, si se ha marcado que asociarse con la Izquierda y determinados ideales
asociados está prohibido, cómo se puede convencer a la gente de que lo que tú
propones es lo mejor si no le has dado material para poder entender los
procesos, que no tienen por qué ser siempre fáciles, para conseguir lo que se
propone. Si en un discurso se percibe humo, siempre existe el riesgo de que tus
seguidores se conviertan en lo mismo.